Los animales siempre nos sorprenden, emocionándonos con su capacidad de reflejar empatía frente a cosas que consideramos humanas. Esta elefante ciega logró ser cautivada por los sonidos del piano y nos demuestra la conexión que poseen los animales frente a lo que conocemos como arte y cultura.
El británico Paul Barton, pianista de concierto de 57 años de Yorkshire, nos da un ejemplo de esto.
Barton se trasladó a un santuario de elefantes con su piano, donde comenzó a tocar música clásica para una elefante ciega de 62 años llamada ‘Lam Duam’.
Elefante ciega baila a ritmo de la música clásica.
La respuesta que obtuvo fue tan humana. Lam Duam comenzó a balancearse, girando para bailar al ritmo de la música.
Paul Barton cuenta acerca de la vida de Lam Duam en un video. Ella ha estado ciega la mayor parte de su vida, y pasa sus días en ElephantsWorld, una organización de protección de animales en Wang Dong, Tailandia.
Luego de esa introducción, Barton inicia su concierto para Lam Duam tocando algo de música clásica relajante de Frédéric Chopin, Johann Sebastian Bach, Franz Schubert y Erik Satie.
Lo que hace de este momento tan increíble, es ver cómo este pianista comparte su talento con esta elefante ciega, que sin duda disfruta toda esta sensación auditiva y la belleza del piano.
Esta idea le surgió a Barton mientras realizaba un vídeo para su canal en el puente del río Kwai, estando allí escuchó del santuario de elefantes viejos, heridos y discapacitados.
Como ama a estos gigantes, se dirigió hasta allí y preguntó si era posible llevar su piano al lugar y tocar para ellos.
Barton no solo ofreció sus conciertos a Lam Duam, muchos otros elefantes disfrutaron de estas melodías, algunos incluso cantaron acompañando al pianista, quien también toco el ‘Saiyok’, una flauta tradicional Tailandesa.
En una entrevista que ofreció a coconuts Bangkok, Barton habló sobre la reacción de los elefantes a la música. Al escuchar los sonidos ellos empiezan a moverse.
Algunos se acercan hasta el piano para tocarlo con sus trompas, mientras que otros se meten la trompa a la boca y escuchan atentos. Lam Duan, por su parte, comienza a mecerse.
