Una familia adopta un perro a pesar de tener un comportamiento bastante único, y aunque cada mascota tiene una personalidad que lo identifica, este perro tenía algo que no terminaba de encajar por completo.
El golden retriever, de 6 años de edad, llamado Stanley, físicamente era muy saludable, pero su comportamiento era muy extraño y nadie sabía el por qué.
Sin importar lo diferente que era, su familia decidió adoptarlo hace 5 años, cuando Stanley estaba en la organización Golden Retriever Rescue de Mid-Florida, Inc.
Familia adopta a un perro único

No se sabe las razones por las cuales su anterior dueño lo abandonó o por qué lo habían dejado en el refugio, lo cierto es que, estaba esperando un hogar. Cuando la familia visitó el centro de rescate en busca de un perro y conocieron por primera vez a Stanley, él estaba durmiendo encima de una mesa.
Algo que les pareció muy extraño, lo llamaron por su nombre, pero no atendía, entonces se acercaron a él y respondió con muchos besos y caricias.
Luego, Stanley saltó de la mesa y los siguió hasta la puerta principal, como si tratara de decir que quería ir con ellos a casa.

En ese momento, sus posibles padres estaban un poco indecisos, pues querían llevarse a casa un perro que se llevara bien con sus otras mascotas. Luego de un par de días, ellos se dieron cuenta de que Stanley era un perro amoroso, poco problemático y lo adoptaron.
Cuando llegó a casa, tardó solo minutos en llevarse bien con todos, incluyendo a Karma, otra golden retriever, y los gatos del hogar.
Stanley era muy gentil con todos y muy tolerante con los niños, pero sus padres sabían que necesitaba entrenamiento debido a sus modales únicos.

Pero esto no les preocupaba, pues ya habían tenido éxito entrenando a Karma, por lo que pensaban que entrenar a Stanley no sería demasiado difícil.
Al pasar un año, su comportamiento no había cambiado mucho, cuando se le preguntaba un comando básico, él solo respondía con una mirada. Sus modales, como saltar a la mesa, dañar el árbol de navidad, tratar de salir por la puerta cada vez que alguien la abría; seguían presentes.
Su padre se dio por vencido, sabía que no iba a lograr avanzar en mejorar el comportamiento de Stanley, por lo que decidió contratar un profesional.

El entrenador llevaba un par de semanas, y tampoco lograba avanzar de alguna forma con el perro, entonces recomendó realizar un examen de audición. Cuando llegaron los resultados, le informaron al entrenador que todo estaba bien, pero seguía sacando excusas y al final decidió renunciar al trabajo.
Se contrató un segundo entrenador, el cual estuvo con Stanley cerca de tres meses, pero no logró avanzar mucho, y en base a su opinión profesional, dijo que Stanley tenía problemas mentales.
Sus padres tomaron esta opinión muy en serio y decidieron estudiar los patrones de comportamiento de Stanley de manera más detallada, para sacar una conclusión.

Descubrieron que Stanley tiene varias rutinas obsesivas y compulsivas, una de ellas es la de coger una almohada rosada y llevarla a todas partes. Otra rutina que observaron, es la de juntar una zapatilla, un control remoto y un animal de peluche debajo de la cama, sin falta alguna.
Aunque sus padres han expresado su preocupación al veterinario en sus exámenes anuales, él siempre responde que lo importante es que Stanley es feliz y saludable.
Durante este proceso, charlando con un amigo de la familia, les recomendó realizar una prueba de coeficiente intelectual para perros, que había visto en un libro.

La prueba consistía en tres pasos, el paso uno era llamar al perro por su nombre y ver cómo responde, el paso dos era cubrirlo con una manta y ver su reacción y el paso tres era colocar una golosina tapada con una taza y mirar su reacción.
Cuando le realizaron la prueba a Stanley, no respondió a su nombre, no pudo salir de la manta y no pudo encontrar la golosina.
Hicieron la misma prueba con karma, para verificar los resultados, y ella si pasó de manera perfecta todos los pasos del test de coeficiente intelectual.

Le comentaron los resultados de esta prueba al médico veterinario y estuvo de acuerdo con ello; además, dijo que su comportamiento puede ser el resultado de la endogamia y la terquedad.
Aunque Stanley es diferente y tal vez nunca se sepa el por qué de su comportamiento extraño; será algo que no preocupará más a su familia. Pues como dice su médico veterinario, lo importante es que físicamente está muy sano y rodeado de mucho amor en su hogar.

Su dueño dijo:
«Puede que sea un poco lento, pero sus peculiaridades tontas, su buena naturaleza y su extraña personalidad nos hacen amarlo aún más».
Sin duda, Stanley es una muestra de que cada perro tiene su propia personalidad y a pesar de ser diferentes, cada perro merece mucho amor y felicidad.