Juan Antonio Enriquez, un comerciante de gran corazón en Nuevo León, México, es una figura muy conocida y apreciada en su barrio, y es dueño de una tiendita acogedora. Sus vecinos no pueden resistirse a su cálido saludo y su buen trato. Él se ha ganado un grupo leal de compradores con su carisma.
Pero hay uno muy especial entre ellos, un cliente de cuatro patas y un corazón enormemente agradecido.
Todo empezó hace más o menos un año. Enriquez estaba a punto de cerrar su tienda, cuando de repente, notó una sombra en la entrada. Era un perro callejero, delgado, con una mirada que le partió el corazón.
Perrito está agradecido con el tendero que ha sido amable con él

Enriquez le dijo a The Dodo:
«Llegó solo, muy mal alimentado. Le di comida, pero él era muy desconfiado».
Aunque la desconfianza inicial del perrito fue palpable, no pudo resistirse al generoso ofrecimiento. Comió, se sació, y desapareció nuevamente en la noche. Pero esa no sería la última vez que Enriquez vería a aquel perro.
Cada tanto, a veces cada día, a veces cada semana, el perro reaparecía en la tienda. Y siempre había una sonrisa y una comida esperándolo. Enriquez se convirtió en un faro de esperanza en la vida de este perro, y poco a poco se fue ganando su confianza.

Después de un tiempo, el perro ya dejaba que Enriquez se acercara. Él recuerda que tardó como un mes en poder tocarlo sin que se asustara. Y decidió llamarlo Carlos. Desde entonces, Carlos se convirtió en una presencia constante en la vida de Enriquez y en su tienda. Todos los días, por la mañana y por la noche, Carlos llega en busca de su comida.
Toda esa comida que Enriquez le brinda a Carlos tiene un costo. Pero para este hombre amable, la alegría de ver a Carlos mover la cola felizmente mientras devora su comida, vale cada centavo.
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Aunque Enriquez no sabe a dónde va Carlos ni qué hace en las horas que no está en la tienda, siente un enorme orgullo en saber que está haciendo su parte para darle un poquito de felicidad a este perro. Él sueña con encontrarle un hogar algún día, pero mientras tanto, está encantado de satisfacer sus necesidades.
Enriquez finalmente dijo:
«[Los perros como Carlos] son seres vivos que a menudo son ignorados. [Pero cuando les mostramos amabilidad], están muy agradecidos»